Es el depredador supremo de los
cielos del viejo mundo.
Nada escapa a su mirada y sus
poderosas garras. Ella es la que decide quien vive y quien debe morir dentro de
su territorio. En este día gris, mientras las
incesantes gotas de lluvia se van posando sobre el dorso de la reina, ésta da
cuenta del incauto zorro en el último día de su vida.
Lógicamente el zorro no entra
dentro de las presas habituales del águila real. Si bien por poderío físico,
está facultada para dar muerte a animales hasta del tamaño y la fiereza de un
lobo, prefiere no arriesgar su vida si el hambre no la obliga. La Naturaleza no perdona y una pata
o un ala rota es sinónimo de muerte. Por eso suele conformarse con presas más
accesibles. El amplio abanico de presas que entran en la dieta de la real
abarcan desde culebras y lagartos, pasando por ardillas, conejos, aves, hasta
pequeños ungulados en incluso aceptando de buen grado la carroña.
Esta adaptabilidad, junto con la
mayor concienciación y respeto hacia las aves de presa y la conservación de sus
hábitat, pueden ser las claves de la recuperación de esta joya alada de
nuestras serranías.
La llegada de la gran hembra, mucho más corpulenta y fuerte que su ágil y estilizado consorte